domingo, 26 de mayo de 2013

LA HIJA DE LA CRIADA, de Barbara Mutch


Mi opinión.
Cradock House, era su casa ó así la sentía, había nacido en la Kaia que estaba en la parte trasera de la casa grande y donde vivía con su madre, que trabaja para el Señor Harrington desde que comprara la casa y donde crearía una hermosa familia, pero “ADA”, no solo sería “LA HIJA DE LA CRIADA”. 
El matrimonio Harrington tenían dos hijos, Phil y Rosemary.

Para “ADA”, cada día era especial, era como la arena que pisaba, absorbía todo cuanto escuchaba. La Señora, quería para ella una vida digna, sin diferencia racial, con estudios, le enseño a leer, pero sobre todo le trasmitió  el amor a la música, pasando el piano a ser su pasión, haciendo de sus días partituras distintas y repartiendo notas contagiaba su nobleza a quien la escuchaba.
                                          
Su mundo, acababa donde le llegaba la vista, desde lo alto del  baúl que el señorito Phil tenía en su habitación, a quien la niña le preguntaba todas sus dudas y con quien compartía mucho más que una infancia paralela.

A pesar de la diferencia, en color de la piel, La Señora, trataba a su madre y a “ADA”, como si fueran de la propia familia, sin excepciones y llevando la niña el mismo nombre de la hermana que dejo en Irlanda.
Con Phil, se sentía feliz, era noble, sonriente, amable y cariñoso, digno hijo de su madre, pero con Rosemary las cosas no eran igual, era una niña malcriada, engreída y altanera, su perfil seguía los pasos de su padre.
  
   


El paso del tiempo, no solo aporto en “ADA” el crecimiento físico, vio como su vida y la de su pueblo se dividía  para luchar en una guerra, que ella no entendía, ya que los negros no eran admitidos y los blancos estaban obligados a alistarse, porqué de lo contrario, irían a la cárcel como “traidor”, ¿Quién era ese Señor Churchill, que tanto exigía?, De que servía aquella guerra, ¡en su pueblo todos se llevaban bien!, ó eso pensaba ella con inocencia pura.

“ADA”, sufrió el injusto precio de la guerra cuando Phil, con más miedo que valentía, fue obligado a alistarte y destinado al Norte de África, se iba un zagal y regresaría un hombre atormentado, herido y con un carácter totalmente contrario, se volvió rancio, osco y un tanto huraño,  ya nada sería como antes, su infancia quedaba atrás. La llegada del Señorito, fue seguida por la mudanza de Rosemay a Johannesburgo. La primera vez que “ADA” luce ropa buena y zapatos, es para asistir al funeral de Phil, que se había suicidado, dejando más preguntas que razones.

Desde bien niña se hacía cientos de preguntas, sus creencias religiosas eran tan firmes como sus manos tocando una sinfonía, así se lo transmitió su madre y solo a través de las notas su corazón se explayaba, ya que su timidez, miedo a molestar o su ignorancia, la convertían en mejor oyente que conferenciante.

En KwaZakhele, las desgracias iban encadenadas como las notas musicales de una canción, pero su instinto de supervivencia la hacía más fuerte cada día y ahora más que nunca debía de echarle coraje a la vida, luchaba consigo misma, entre “el deber con el Señor  ó  la lealtad de la Señora”, esa, sería su batalla durante la mayor parte de su vida.

LA HIJA DE LA CRIADA, nos ofrece maravillosa historia, narrada de manera impecable, sobre las adversidades de África en unos años no tan lejanos, donde la miseria, la podredumbre y el hambre estaban tan presentes. Con la crudeza de una realidad, la acritud del momento y la esperanza de futuro no tan lejano. Una bella lectura, que nos hará sentir, sufrir, reír y llorar  como a la propia “ADA”.

Barbara Mutch, no ofrece una gran obra, un gran concierto con los mejores pianistas de este género Chopin, Beethoven, etc, es tan virtuosa en las letras como en la música. 
Honrada con su lectura, pronóstico grandes y merecidos éxitos. 



¡EXQUISITA Y  SOBERBIA, Sra. Barbara!  Mi más profunda admiración, se ha ganado Ud. una lectora más.

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