miércoles, 26 de febrero de 2014

EL ASESINO DEL AJEDREZ, de Mercedes Gallego (RESEÑA)

Desde que entrará en el cuerpo años atrás, la hoy, Inspectora Cano, siempre había ocupado un lugar en las oficinas, entre expedientes y espacios comunes, sus ascensos a golpe de horas de estudio y formación, comenzaban a dar sus frutos, de hecho, fue de las pioneras en tomar placa y arma oficial.
La transferencia de competencias, cargos y ubicaciones entre la Policía Nacional y la autonómica “los mossos”, había dejado vacantes en la Brigada de Homicidios, cosa que forzaba a su superior a remitirle casos de poca transcendencia y que ella resolvía para satisfacción de todos.
Un nuevo caso llegaba a las manos del Comisario de la Brigada de Seguridad Ciudadana, parecía un “simple homicidio” y ante  la falta personal donde escoger se lo otorgo a ella, a la Inspectora Cano, una mujer de apariencia común, con un gran sentido de perspicacia, intuición y lógica, pero en lucha continúa con su pasado.

La Inspectora  Cano, se había ganado el respeto de sus compañeros, el trato correcto y mantener las distancias para no confraternizar con ellos, era algo que la mantenía al margen de mezclar trabajo y relaciones sociales, justamente lo que ella quería.
Ramona, no se consideraba una mujer feliz, la vida no había sido demasiado generosa con su persona.  Viuda de Policía, madre de un hijo qué más que deseado, Daniel,  suponía para ella un lastre e hija de una madre, que no reunía las condiciones para tal “rol”, aunque con su nieto mostraba esa cara dulce, cariñosa y consentidora que jamás le manifestó a la propia Ramona. En su momento, renuncio a muchas comodidades y  bienes, para que su hijo cursara estudios fuera del país, pero Daniel, le dedicaba a tal cometido el tiempo justo, lo cual era para su madre un socavón económico; después de todo, vivir en un piso compartido le  facilitaba mucho las cosas, Silvana, era la patrona perfecta y Tito, un joven varado en plena juventud frente a una pantalla.

El nuevo caso, no sería tan simple como parecía en principio, la Inspectora Cano, supo ver y entender pistas más allá de los encontrados en el lugar de los hechos. Planteando una imaginaria partida de ajedrez, las victimas ocupan lugar y situación equivalentes a las jugadas. Al primero, le sucedieron varios finados más, lo cual presionaba a cuerpo policial, a las autoridades y  a la ciudadanía, ya que la contaminada prensa tampoco facilitaba las cosas en el bautizado caso de “EL ASESINO DE AJEDREZ”. El equipo dirigido por la Inspectora Cano, se volcaría de pleno para resolver el caso, qué además de la presión mediática, trabajaban a contra reloj por la inminente cesión autoridades.

Con esta excelente novela, Mercedes Gallego, no solo nos ofrece una novela policial, que sin duda lo es,  lo más importante a destacar bajo mi criterio, es su gran conocimiento del tema y como nos plantea el papel de la “mujer” dentro de ese cuerpo y su gran sagacidad para no ceder en ninguno de los frentes que tiene abierto, tanto laboral, como personal.

Una trama perfectamente estructurada, con diálogos cotidianos y una impecable descripción de la ciudad condal en la que se desarrolla el texto.

Con la serenidad que aportan los años, con las palabras adecuadas y con la sabiduría del camino bien aprendido, Mercedes Gallego, nos cautiva desde el minuto uno. 
Admiro a esta autora por razones varias y obvias, pero desde luego estoy deseosa de seguir sus siguientes publicaciones.
Para esta Señora de pelo cano, voz cálida e infinita sabiduría, solo tengo palabras de elogio y admiración.
“Ha sido un verdadero placer leerte Mercedes”.

¡BRILLANTE Y  ELEGANTE!


2 comentarios:

  1. Me gustó mucho la cuando la leí, y me hice una incondicional de esta escritora. Muy buena reseña

    ResponderEliminar
  2. Acabo de comer y me faltaba el toque dulce para matar el ácido de la naranja. Pues ya lo tengo. Leer esta reseña viniendo de una persona como Mirella, harta de leer manuscritos y novelas editadas, de una mujer que tiene como profesión leer, es mucho más de lo que se puede pedir.
    Dar las gracias queda fatal, porque parece demasiado convencional. Lo único que puede decir es que seguiré trabajando para no defraudar la confianza de los que creen en mí.

    ResponderEliminar

Si te gusta, dejanos comentario. Y sí no te gusta, haznoslo saber