En un recorte de cielo
pondré una gota de luna,
para guardar mi velero
de la noche fría y oscura.
Haré cesar todo viento,
dejando solo la brisa.
Mi velero duerme al tiempo
y no le mueve la prisa.
Cien caballitos de mar
a mi bajel dan escolta;
adornados de coral,
de concha, nácar y esponja.
Sus velas serán de seda
y su armazón de cristal.
Sereno y firme navega...
sobre reflejos de mar.
Ramón Alcaraz
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