Oliver disfruta de las vistas que le ofrecen los Alpes de Baviera cuando, una reflexión en voz alta, “tengo una manzana y una camiseta y soy feliz” hace que un grupo de desconocidos se fijen en él e imiten su gesto.
“Tengo un plátano y soy feliz” grita Christian, un joven senderista que descansa cerca de Olivier, mientras su novia se une al grupo con su propia frase “tengo chocolate y soy feliz”. Margit, de unos cincuenta años, decide imitarles y grita “tengo chocolate y soy feliz”. El último en acercarse al grupo es Walter, un jubilado de 67 años que proclama “tengo un bocadillo de queso y soy feliz”
Tras las risas que siguen a cada declamación el grupo decide presentarse y contar sus vidas, después de bautizarse como El club de la gente feliz.
Walter narra al grupo como después de toda una vida dedicada al trabajo, sacrificando cada minuto de su tiempo libre, se ha jubilado descubriendo que la mujer con la que ha compartido su vida es una desconocida. Incapaces de reencontrarse tras años de reproches y ausencias, su mujer decide abandonarle, sin que Walter logre entender sus motivos.
El pueblo de Oberstdorf servirá de lugar de encuentro para el grupo, allí se citarán para cenar y continuar compartiendo experiencias.
En ese encuentro Margit le hablará de la soledad que rodea su vida, a pesar de estar casada, de contar con una pareja, se ve obligada a luchar sola contra una dura enfermedad. Su marido, centrado en el negocio familiar que regentan se mantiene alejado de ella física y emocionalmente.
Oliver, el causante de la creación de un grupo tan heterogéneo, se muestra intrigado por la relación de Christian y Sara, una pareja joven y sana, que deberían disfrutar de la vida, de su relación y de su futuro juntos, pero que al verles interactuar transmiten el hastío de una relación sin magia.
Intrigados por el pasado y presente de Oliver, Walter y Margit, escuchan su historia, el relato de una vida dedicada al trabajo, a la búsqueda de un éxito profesional que engancha más que la droga y que puede hacer desaparecer a quienes se encuentran a nuestro alrededor, que por mucho que nos amen no quieren verse relegados, ni olvidados a consecuencia de esa adicción al trabajo.
Eso le sucedió a Oliver. Afortunado como pocos, Oliver conoce al amor de su vida, Elena una preciosa española que llena su vida de alegría, amor y cariño, pero a la que no sabe corresponder. Su deseo de crecer profesionalmente, de ganar un dinero que les asegure una calidad de vida en la vejez, le lleva a desaprovechar la vida en común con su esposa, a perder el tiempo y el amor que ella le ofrece, hasta el punto de que la mujer decide abandonarle.
En este punto de la historia se encuentra Oliver, cuando la noticia de un accidente de montaña sufrido por Christian y Sara, les hace desplazarse al hospital para estar junto a sus nuevos amigos. Allí descubrirán una realidad de la joven pareja que nadie podía sospechar.
La narración parte de una reflexión sobre lo absurdo que resulta marcarse metas en la esta vida, que una vez conseguidas nos obligan a vegetar, pensando: "ya hemos cumplido, ya hemos llegado a una situación que socialmente es aceptable y se valora como positiva, una casa, un trabajo bien remunerado, una pareja". Unos estereotipos en los que nadie se atreve a plantear, ¿te gusta y te realiza tu trabajo? ¿sientes que tu pareja es con quien quieres compartir tu vida? ¿tu casa es tu hogar?
Estas reflexiones son el punto de partida de la historia y a través de ellas conoceremos las vivencias de todos los personajes, que de forma amena y sencilla nos hacen participes de sus deducciones vitales y deduciendo por separado que la vida es mucho más que paseo simple y lo más hermoso es disfrutar cada momento al máximo.
Las experiencias de estos cinco actores sirven a la escritora para ampliar esas preguntas iniciales y rodearlas de un contexto y de unas vidas que todos podemos llegar a vivir o a conocer a alguien en esa situación.
La acción, se supedita a los diálogos y las reflexiones de los protagonistas, a través de las cuales nos vamos enterando de las miserias que callan y de sus sentimientos.
La original trama y situación, consigue despertar el interés para la lectura.
Interesante lectura para reflexionar sobre nuestra escala de valores y prioridades en la vida.
Cristina Jimena la autora de El club de la gente feliz, decidió en la década de los noventa hacer las maletas e instalarse en Alemania para comenzar una nueva vida, guida por el amor a su nueva pareja. En Stuttgar inició su vida laboral, primero como directora de marketing en la oficina de turismo de Stuttgart y luego como fundadora de “Jimena Consulting, Tourist & Business Eventos.
De esa adaptación a un país, a un idioma, a una cultura diferente nació su primera novela "Y de pronto cambió mi vida". El club de la gente feliz es su segunda obra.
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